Un agradable paseo entre sus calles nos conduce hasta la plaza de la iglesia, donde se alza la parroquia de San Esteban, que conserva intacta su portada románica.
Protegiendo a la población desde un lugar mágico en lo alto de la sierra, se eleva el Santuario de la Virgen de la Peña. Desde él podemos contemplar una sensacional panorámica de campos cerealistas y almendros en flor, mientras disfrutamos de la fresca brisa de las plantas aromáticas y a la vez que los buitres y otros rapaces nos deleitan con su espectacular vuelo.
No menos llamativa es la ermita rupestre de San Cristóbal, escondida entre las paredes de roca del barranco al que da nombre y del que surgen las claras aguas del naciente río Sotón.